El petiso con esa sonrisa pícara de niño travieso que asomaba generosa, bajo su "casi" eterno bigote, marcó un estilo que nadie pudo emular en el ámbito de la comunicación.
Definir a Jorge Guinzburg implica desplegar un abanico de facetas en las que siempre brilló con exclusiva destreza: Periodista, guionista, humorista, productor teatral y conductor de radio y televisión. Se desempeñó en varias agencias de publicidad, actividad que le redituó varios premios. Su adaptabilidad lo convirtió en un "todoterreno" de los medios de comunicación.
Lúcido entrevistador, incisivo
y a la vez simpático, fue un sello que estampó en todas sus
producciones, desde
sus inicios. Poseía algunas virtudes que lo diferenciaban de los demás:
era
inteligente e informado, rápido y oportuno en sus intervenciones.
Sus filosas -y por demás jugosas- entrevistas
fueron uno de los puntos más reconocidos de su trayectoria y le
valieron el mote de «enano maldito»,
por su baja estatura y su rol implacable a la hora de preguntar lo que
fuera necesario.
El
reconocimiento lo tuvo en audiencias masivas. Pero también en
galardones, con numerosos premios, nacionales e
internacionales, a lo largo de su prolífica carrera entre los que se
cuentan ocho Premios Clarín Espectáculos y diez Martín Fierro que
evidencian el nivel que
había adquirido.